Chistes


feti-chistes
Some of these jokes were drawn from El camino real, Book Two by Edith Moore Jarrett, Third Edition 1954. Some came from the newsgroups mex.rec.chistes and peru.chistes. Some came from Selecciones. And some came from elsewhere ...

— ¿Qué estás haciendo, Manuel?
— Escribiendo una carta a Pepe.
— ¡Pero tú no sabes escribir!
— No importa. Pepe no sabe leer.     (esperante)
Era tan tonto le tomó un mes saber que su radio AM también servía pasado el medio día.

Taxi...

— ¿Cuánto al Hotel Internacional?
— Cinco pesos.
— ¿Y el equipaje?
— Gratis.
— Bueno, pues lléveme el equipaje, y yo iré a pie.

En casa del fotógrafo...

— No me gusta esta fotografía de mi esposo. ¡Parece un orangután!
— Lo siento, señora, pero bien pudo usted haber pensado en eso antes de casarse con él.

Carta importante...

— ¿Por qué llevas esa cinta en el dedo?
— Me la puso mi esposa para que no me olvidara de echar al correo una carta suya.
— ¿Y te has acordado?
— Ella se olvidó de darme la carta.

Siempre listo...

¿Pero llevas tres paraguas? — Sí; uno, para olvidarlo en el café; el otro, para perderlo en el tranvía; y el otro lo necesito, por si llueve...

Alumno inteligente...

— A ver, Carlitos. Dime los días de la semana.
— Son siete. Antes de anteayer, anteayer, ayer, hoy, mañana, pasado mañana, y el otro.
A Latino man who spoke no English went into an American department store to buy socks. He found his way to the Men's Wear department where a young lady offered to help him.

"Quiero calcetines" said the man.

"I don't speak Spanish, but we have some very nice suits over here." said the salesgirl.

"No, no quiero trajes. Quiero calcetines." said the man.

"Well, these shirts are on sale this week." declared the salesgirl.

"No, no quiero camisas. Quiero calcetines." repeated the man.

"I still don't know what you're trying to say. We have some fine pants on this rack." offered the salesgirl.

"No, no quiero pantalones. Quiero calcetines." insisted the man.

"These sweaters are top quality." the salesgirl probed.

"No, no quiero sueter. Quiero calcetines." said the man.

"Our undershirts are over here." fumbled the salesgirl, beginning to lose patience.

"No, no quiero camisetas. Quiero calcetines." the man repeated.

As they passed the underwear counter, the man spotted a display of socks and happily grabbed a pair. Holding them up he proclaimed "Eso si que es!".

"Well, if you could spell it, why didn't you do that in the beginning?" asked the exasperated salesgirl.


La fiesta de ceros

En una fiesta de ceros, un ocho trata de entrar.
— Esta fiesta es para ceros, ¡usted no puede entrar!
— ¿Por qué?
— ¿Cómo que por qué? ¡Usted es un ocho!
— No, que va. Soy un cero, lo que pasa es que traigo el cinturón muy apretado.

Aspecto

Un matrimonio visita al médico. El médico le dice al marido...
Doctor: Mira, no me gusta el aspecto de su esposa.
Señor: ¡Ni a mí! Pero es que su padre es rico.

Llamada

Una persona telefonea a la escuela:
— Buenos días, señor director. Llamo para comunicarle que el alumno Jorge Dávila no podrá asistir hoy a clase.
— De acuerdo, pero ¿puedo saber con quien hablo?
— Soy mi padre.

Oso

Entra un oso a un restaurante, pide una carne, y luego le dice al mesero:
— ¿Cuánto le debo?
— 1000 pesos — respondió el mesero.
El oso paga y al salir el mesero le dice:
— Oiga, ¡yo nunca había visto un oso que hablara!
El oso le responde: — Con esos precios... ¡le aseguro que no lo volverá a ver!

¡Qué bárbaro!

Mientras aguardaba turno en la barbería, vi que el hombre al que estaban afeitando en el sillón recibía una leve cortadura. La segunda vez que esto ocurrió, el cliente se tocó la herida, se miró el dedo manchado de sangre y luego le preguntó al barbero:
— ¿Tiene guardada por ahí otra navaja?
— Sí — respondió el rapabarbas — ¿Por qué?
— Es que me gustaría defenderme.
Una pareja de ancianos llegó a un restaurante. El mesero quedó impresionado al ver que el viejecito se dirigía a su mujer con palabras muy melosas: Ven, mi vida... Siéntate, mi cielo... ¿Qué vas a comer, reina?... El empleado no pudo con la curiosidad y, aprovechando un momento en que ella fue al baño, preguntó al anciano:

— Perdone mi indiscreción. ¿Cuánto llevan de casados?

— Sesenta y cinco años.

— ¡Lo felicito de veras! — exclamó el mesero — No es normal hablar con esa ternura a la esposa después de tanto tiempo.

— Es que ya no recuerdo cómo se llama — confesó el viejecito.


Robin Hood

Todos los días, Robin Hood se ocultaba en el bosque, junto al camino, y apenas veía venir una carroza le salía al encuentro y asaltaba a los pasajeros. Después regalaba el botín a los pobres. Cierto día en que vio venir una carreta, se paró en medio del camino y exclamó:

— ¡Alto! ¡Soy Robin Hood!

Entre los pasajeros iba una mujer pobre. El bandido se compadeció de ella y, lejos de robarle, le entregó dos bolsas repletas de oro.

— ¡Gracias! ¡Ahora soy rica! — exclamó la mujer.

En eso, Robin le dijo:

— ¡Alto! ¡Soy Robin Hood!


Mi hijo de cuatro años llevaba un buen rato intentando inútilmente abrir un frasco de jarabe para el resfriado.

— Mami, ¿por qué no lo puedo abrir? — me preguntó.

— Porque tiene seguro contra niños.

— Él, mirando con recelo la tapa del frasco, volvió a preguntarme:

— ¿Y cómo sabe que yo soy niño?


Adivinanza en el aire

En un vuelo de regreso a casa tras un viaje de negocios, mi esposo esperaba a que le sirvieran la comida. Cuando la azafata llegó a su asiento, ya sólo quedaba un plato. Aun así, le preguntó:

— ¿Bistec o pollo?

Mi esposo se quedó mirando el plato unos momentos y por fin respondió:

— Me doy por vencido. ¿Qué es?


Peligros de colores

Mi esposa accedió a regañadientes a acompañarme a acampar en las Montañas Rocosas, no obstante el enorme miedo que sentía por los osos grises. Conforme anochecía, aumentaba su nerviosismo por tener que dormir fuera.

Para convencerla de que no había osos al acecho, la llevá al puesto de los guardabosques.

— No hemos visto osos grises ni negros en toda la temporada. — nos comentaron.

Mi cónyuge preguntó cuál era la diferencia entre uno y otro.

— Si usted se sube a un árbol y el oso la persigue, se trata de un oso negro. — explicó el guardabosques — Si el animal se queda abajo y sacude el árbol hasta que usted caiga, es uno gris.

Pasamos la noche en un motel.


Se encuentran dos amigos en la calle y uno le pregunta al otro:
— ¿Cómo terminó tu divorcio?
— Bien, gracias a Dios — le responde el otro—. Dividimos la case en dos. Ella se quedó con lo dentro y yo con lo de fuera.
Los presidentes de las más importantes empresas cerveceras se reunieron para tomar un trago. El de Budweisser pidió una Bud; el de Miller, una Miller; el de Coors, por supuesto, una Coors, y así hasta que llegó el turno de Arthur Guinness, quien pidió una soda.
— ¿Por qué no pediste una cerveza Guinness? — le preguntaron todos.
— Bueno — conestó —, si ustedes no van a tomar cerveza, yo tampoco.

Uno de rubias

Iba una rubia caminando por el campo, hasta que se topó con un caudaloso río. Se quedó parada en la orilla preguntándose cómo le podría hacer para atravesarlo, hasta que vio que otra rubia se acercaba a la otra orilla. Entonces le preguntó gritando:
— ¿ Cómo puedo pasar al otro lado?
— ¡ Tú YA ESTÁS del otro lado!
(english) (esperanto)
- Remberto Gomez Meda

El médico, al paciente:
— ¡Oiga! ¿No le dije que no fumara más?
— Pero, doctor, no fumo más. Fumo lo mismo!
Cuando mi sobrina Lupita iba en preescolar, mi hermana, en su afán por recordarle lo que habla aprendido en la semana, escribió el signo "+" en un papel y le preguntó:
— A ver, ¿qué signo es éste?
— Un "más".
— ¿Y para qué sirve?
Con aire autosuficiente, la niña contestó:
— ¡Pues para subirle el volumen a la televisión!
- Martha Cuatecontzi Xochitiotzi

14 Enero 2010 modificado.